Este pasado fin de semana, se celebró en Oslo una nueva edición del Festival de Eurovisión.
Durante la actuación del representante español, salió un espontáneo. Este individuo, al que no quiero dedicarle nada más que estas líneas, se integró en la coreografía y «actuó» durante 20 segundos sobre el escenario.
Tras las actuaciones del resto de paises, la organización del evento, para paliar el error, invitó al cantante que volviera a repetir su actuación.
En la primera actuación, el cantante español Daniel Diges, intenta en todo momento mantener la compostura durante el incidente, y seguir con la canción. Pero, como ya sabéis, las emociones afloran y son muy difíciles de enmascarar. Os voy a presentar dos fotos, una de ellas está captada inmediatamente después de que el espontáneo abandonara el escenario, y la otra está captada al comienzo de la segunda actuación. En las dos, Daniel sonríe.
Recordando el post «Sonrisas Falsas», podemos decir cuál de las dos sonrisas no es verdadera. Si os fijáis en la parte de los ojos, podéis ver que en la segunda foto los músculos orbiculares de los ojos (los que rodean al ojo), están contraídos; hay «bolsas» debajo del ojo, y las mejillas están elevadas, así como la parte exterior de la ceja desciende levemente.
En la primera foto, Daniel sonríe, porque sabe que tiene que sonreír, pero está muy afectado y la sonrisa no es verdadera. Es totalmente comprensible.
Daniel posee gran experiencia como cantante y actor en musicales. Esta formación artística ha hecho que pudiera «salvar» aceptablemente la primera actuación. Un cantante sin esa formación, hubiera reaccionado de otra forma, y por supuesto, le hubiera costado mucho sonreir.
Independientemente del resultado clasificatorio del representante español en Eurovisión, me gustaría expresar mi enhorabuena por la profesionalidad demostrada ante una situación difícil.