Para l@s responsables de selección de personal, policías, jueces, su propio jefe y usted mismo, lo que más le puede molestar durante una conversación es… la mentira. Puntualizo; saber que le están mintiendo.
Los camareros que llevan muchos años en el oficio, saben cuándo un cliente les va a dar problemas o cuando no. No pueden decir qué hace ese cliente para que lleguen a esa conclusión, solo saben que su subconsciente les ha puesto en alerta. Esto se produce gracias a la memoria límbica que hace que se graben situaciones desagradables con clientes que no han pagado o han causado problemas. Por norma general esos clientes suelen seguir un mismo patrón de comportamiento verbal y no verbal. Así pues, tras el acontecimiento desagradable, el cerebro del camarero guarda ese patrón de comportamiento del cliente en la memoria inconsciente. Cuando aparece un nuevo cliente con similar estilo de comportamiento, el subconsciente lanza una alerta al cortex prefrontal (cerebro consciente) y le dice «¡cuidado con este cliente!». Si le preguntas al camarero por qué ha sospechado de esa persona, el camarero probablemente no sabrá explicarlo o utilizará algo que se suele utilizar mucho; «me lo ha dicho mi intuición».
En los entrenamientos que realizo a mis clientes, siempre les digo que sean ellos mismos, adaptándose al entorno y al interlocutor, pero nunca, nunca deben interpretar un papel, puesto que tarde o temprano, serán «cazados». Si tu interlocutor ve algo «raro» en tu comportamiento, y entiende que no estas siendo natural, perderás toda credibilidad ante él. Esto es malo en todas las relaciones personales, pero especialmente malo en entornos tales como los juzgados o en una entrevista de trabajo. Un juez o un experimentado empleado de selección de personal, van a captar rápidamente cuándo el interlocutor está «haciendo teatro». La naturalidad, es la mejor baza que puede mostrar.
Este post nace en relación a una conversación «cazada» a un magistrado que se dejó el micro abierto. En ella explica la molestia que siente frente a un testigo al cual no le presta ninguna credibilidad, debido a su «teatralidad».
En la vida en general, a no ser que seas un excepcional actor o actriz y tengas una memoria prodigiosa (el mentiroso debe recordar qué mentiras cuenta y a quién), recomiendo que te muestres natural y respetuoso, mostrando tus fortalezas, reconociendo tus debilidades (si salen a la luz) y mostrando la mejor de tus actitudes. Un mentiroso cazado, pierde toda la credibilidad y estará siempre en entredicho, aún cuando diga la verdad.